A pesar de que la apicultura nunca tuvo la misma relevancia en la economía de Camprovín como la agricultura y la ganadería, lo cierto es que perduró, al lado de estas, gracias a que el entorno de la localidad era y es propicio para el desarrollo de las abejas, por la presencia de especies vegetales como el tomillo o el brezo.

La apicultura en Camprovín no llegó a alcanzar niveles de producción lo bastante altos como para dar lugar a una venta sostenida a lo largo de los años, sino que los productos apícolas de la localidad se dedicaron casi en exclusiva al autoconsumo y, puntualmente, a la venta al por menor.

 

Las construcciones apícolas populares de la zona riojana en general, antes de la llegada de las modernas colmenas americanas, eran de índole tradicional; por lo común eran edificaciones sencillas hechas en mampostería, yeso y adobe. En una pared se colocaban pequeños agujeros que daban al interior con unos conos de mimbre, corcho u otro material en cuyo interior las abejas hacían sus colmenas. Por detrás las colmenas se cerraban con una tapa que el apicultor podía retirar para acceder a ellas.

 

Hoy en día, sólo encontramos a un vecino de la localidad dedicando parte de su tiempo a la apicultura. En este desempeño consigue aunar tradición, modernidad y el respeto al bienestar de las abejas.

 

Miel LÍA puede adquirirse actualmente en Camprovín en el Obrador y en el bar.

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