Elaboración de pan y hornos
En el entorno rural riojano siempre ha existido la costumbre de elaborar el propio pan, ya fuese en los hornos familiares o bien en los comunales; este es también nuestro caso.
Las mujeres de Camprovín eran las encargadas de esta labor hasta la aparición de las panaderías modernas, que por testimonios de vecinos, llegaron alrededor de la década de los 70. En esta época existían tres “despachos de pan”, donde se podía comprar pan desde primera hora de la mañana, dos de ellas traían pan de Nájera y la otra de Bobadilla.
El principal cereal utilizado era el trigo, aunque algunas familias utilizaban también el centeno.
¿POR QUÉ HORNOS EN CASA?
En la época de la postguerra, la cantidad de trigo que cada familia podía almacenar estaba limitada por el régimen. Cada agricultor/a estaba obligado a entregar la mayor parte de su cosecha al estado, quedándose con una exigua cantidad, insuficiente para la familia que solía ser numerosa. Es por esto que muchos optaron por construir hornos en sus propias casas para fabricarse su propio pan con el "extra" de su cereal no entregado al gobierno u obtenido por extraperlo y utilizarlo sin llamar la atención.
Muchos de estos hornos familiares han sido derribados a día de hoy y sólo los restos de la chimenea o un montón de adobes nos dan pistas de su existencia.
"Todas las mujeres riñen por la masa, a unas porque no les viene y a otras porque se les pasa"
Un vecino de Camprovín nos explica de dónde viene este dicho.
“Pan tierno, casa sin gobierno”
Las aulagas se utilizaban como combustible para el horno por su rapidez y gran poder calorífico. Uno de los paisanos más longevos del pueblo recuerda las manos “asperísimas” del marido de la panadera, Patricia, de tanto coger las aulagas a piel descubierta.
ELABORACIÓN Y HORNEADO DEL PAN
Como pueblo autosuficiente que era, el proceso completo se puede rastrear sin salir de la localidad.
Una vez recogido y almacenado el trigo, se trillaba y se obtenía el cereal sin la cáscara. Este proceso se realizaba con la Agramada, que solía estar ubicada en el alto de la casa. El proceso lo realizaban mayoritariamente las mujeres ayudadas por sus hijas e hijos.
Si la familia contaba con un horno en casa, el amasado se realizaba en el mismo alto, utilizando la artesa, hasta que se obtenía la hogaza. Si, por el contrario, la familia no contaba con un horno, la mujer llevaba el material y preparaba el amasado en el horno de la panadería.
PAN SIEMPRE FRESCO
Como en otros oficios diarios de la vida en Camprovín, la mejor manera de optimizar el trabajo, era realizarlo en comunidad. Quienes hacían el pan, que en la mayoría de los casos eran las mujeres, se organizaban la elaboración y horneado para asegurar que el pan que se comía estuviese siempre fresco. Esto les permitía tener que hacer el pan únicamente dos veces al mes y así aprovechar el tiempo para otras tareas.
Un vecino de Camprovín recuerda cómo este era su proceso cuando su madre era la que elaboraba el pan:
LLEVANDO LAS CUENTAS DEL PAGO
Un paisano de Camprovín nos cuenta cómo se llevaban las cuentas del pago de las hogazas de pan cuando él era pequeño.
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El molinero decía en broma que la harina que él se quedaba a cambio de su trabajo era “el espolvoreo”.
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