Pastoreo y ganadería

Rebaño de ovejas en las calles de Camprovín

La ganadería, al igual que la agricultura, era de gran importancia en el modelo de economía de subsistencia de Camprovín. Todas las familias contaban en sus corrales al menos con un cerdo para el autoabastecimiento, además de gallinas, conejos y algunas cabras para el consumo de leche y la elaboración de quesos.

También había rebaños de ovejas y algunas vacas. Hasta los años sesenta se llegó a contar con un total de entre 25 a 30 rebaños de ovejas que superaban las cien cabezas, por cada uno.

 

"La gente tenía atajitos de animales"

Se cree, por tanto, que en Camprovín no llegó a haber trashumancia; un paisano nos cuenta por qué.

 

Como había varias ganaderías y todas podían pastar en zona de cultivo, incluso en las viñas cuando estas estaban dormidas, los vecinos de Camprovín se ingeniaron un sistema de aviso, la mojada para cuando llovía mucho y la tierra estaba muy mojada.

Camprovín está rodeado de restos de pequeños núcleos de población y de corrales en los que hasta tiempos muy recientes nacieron camprovinenses.

LA "DULA"

En Camprovín era muy común que el ganadero y el labrador fueran la misma persona. Es decir, todo el ganado que había en Camprovín era de los labradores. Si el labrador y el ganadero solían ser siempre la misma persona,  ¿quién se encargaba de cuidar los rebaños?

La respuesta a esta pregunta es muy sencilla y un claro ejemplo de cooperación y ayuda vecinal muy característica de los medios rurales. Se creaban agrupaciones que incluían a todos los rebaños y por medio del sistema comunal, se rotaba cada día la responsabilidad de cuidar del rebaño conjunto y llevarlo a la zona del monte, también comunal, donde se encontraban los pastos. Así, se podían compaginar las labores agrarias y las labores ganaderas.

LOS ANIMALES EN CASA

En cada casa se podía encontrar varios animales. A la cabeza se encontraba la oveja, de la que se aprovechaba todo, tanto sus productos como sus crías. Por la década de los setenta del siglo pasado se redujo considerablemente el número de cabezas de ganado lanar.  Se cree que este descenso se debió a la repoblación forestal que hubo durante las décadas 40 y 50, lo cual quitó muchas hectáreas de pastizales a los rebaños de Camprovín. Pero este descenso, se debió principalmente, al éxodo de su población, sobre todo a partir de la década de los 60 del siglo pasado.

También hay que destacar el ganado caprino que había en el pueblo, un total de 160 cabezas según datos sacados de la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos en 1970. Cada vecino y vecina contaba con 1 o 2 cabras principalmente para aprovechar su leche.

En cuanto al cerdo, se vendía principalmente en "tetones" o en carne, pero era común que cada casa se quedase con uno o varios de ellos para la clásica "matanza" que se hacía en enero o febrero.  También había mulos, burros y caballos en los hogares del pueblo los cuales servían para labrar el campo, e incluso bueyes que se usaron para roturar el monte para plantar pinos.

LA OBTENCIÓN DE LA LECHE Y SUS PRODUCTOS

Tener cabras en casa era indispensable para asegurar la obtención de leche. Sin embargo, la disponibilidad de ésta dependía de la época de cría y obligaba a las familias a apurar los tiempos y organizarse alrededor de los tiempos naturales de los animales. En definitiva, sólo había leche si las cabras criaban.

 

Algunas familias contaban, además de cabras, con vacas para la obtención de leche para la venta y para la elaboración de queso. En algunos casos, las vacas estaban estabuladas y eran alimentadas con piensos elaborados por quienes se encargaban de ellas. El tipo de pienso determinaba el sabor de la leche.

El rebaño comunal de cerdos de montanera.

Los paisanos y paisanas actuales de Camprovín ya no lo vivieron pero recuerdan historias de sus abuelos acerca de un rebaño comunal de cerdos de montanera. Estos cerdos eran gestionados por un pastor que los subía al monte a alimentarse de bellotas y otros alimentos.

El término aún llamado “Las pocilguillas” era un terreno también comunal en el que se sembraba a vereda. Los frutos de la cosecha servían para pagar al pastor de los guarros, llamado guarrero.

 

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